I 36

Preguntas a algunos de los comerciantes si han visto a una niña judía en compañía de unos hombres. Uno de ellos, un vendedor de joyas y baratijas, afirma haberla visto. Mateo abre los ojos de par en par, y notas que en él crece una nueva esperanza. Le pides al comerciante morisco que te dé algunos detalles.

– La niña iba vestida a la manera de los nobles nazaríes –dice el comerciante–, al igual que el jinete que iba con ella. Dos hombres de armas les acompañaban, y según tengo entendido se dirigían a la judería. Cosa rara por otra parte, que pocos asuntos tienen que arreglar un nazarí y un judío, y más en tierras cristianas...

Lo que acabáis de escuchar os deja desconcertados a ti y a Mateo. Al principio pensáis que no debe tratarse de Alis, pero cuando le pedís al comerciante que os describa a la niña, su descripción coincide con la de ella. Entonces, ¿qué ocurre aquí?

– Debemos entrar como sea a la judería y preguntar al rabino –dice Mateo–, pues él es quien conoce todos los asuntos de la comunidad.

Ahora puedes:

Acercarte a la mezquita. Pasa al 28.
Adentrarte en el laberinto de callejuelas. Pasa al 70.
Salir de la morería. Pasa al 100.