II 96

El huerto tiene un aspecto deprimente. No asoma ninguna hortaliza por esa tierra seca y descuidada. Parece como si estuviera totalmente abandonado. Al norte, cerca de la iglesia, hay algunos árboles muertos cuyas ramas secas parecen retorcerse de dolor, entremezclándose unas con otras una y mil veces cerca de lo que en otro tiempo fue la copa, donde se ven delgadas y puntiagudas.

La visión de este huerto no hace más que recordar el frío toque de la muerte, y trae a tu mente un mal presagio. ¿De dónde obtienen los frailes su comida? Puede que los campesinos se la proporcionen, aunque no te fijaste si existía algún pueblo al otro lado de la colina, dominado por esta abadía. Sin embargo, no tienes más remedio que pensar que ese pueblo existe; no cabe encontrar otra explicación.

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