II 33

De nuevo, tu proyectil impacta en el cuerpo del agote, que te dedica una y mil maldiciones envuelto en un odio demencial. Recuerda restarte un pivote en caso de que hayas usado una ballesta.

– ¡Maldito humano! –te grita–. ¡No sabes dónde te has metido! ¡Tarde o temprano arderás en el infierno, te lo prometo!

Entonces el agote se eleva aún más en el aire y desaparece en el horizonte. No acabas de ganar un amigo precisamente...

Pasa al 111.