II 26

Fray Diego deja el libro sobre la mesa y se levanta. Fray Carlos es el padre abad, y debe obedecer sus órdenes, según el voto de obediencia que deben seguir los frailes. Te mira con aire de extrañeza mientras pasa por tu lado y sale del aula. Te acercas a la mesa y coges el libro. Se titula Magice et Daemonii. Gran parte del libro está en latín, pero hay una parte en castellano. Esa parte habla del demonio Guland, subordinado de Lucifer. Guland es el demonio de la envidia, y es adorado por los infieles también con el nombre de Sucur Benoth, Ahamon y András, sacrificando en su honor a aquellos a quienes consideran superiores. Este demonio transmite la enfermedad y la mala suerte. Es alto y muy delgado, y tiene cuatro caras, una detrás de la cabeza y dos más a los lados, con una larga nariz y boca en forma de pico de ave, pudiéndole salir caras de color negro brillante ocasionalmente en el resto del cuerpo. En su presencia la tierra se marchita y muere. A Guland le encanta hacer que los amigos discutan por tonterías, exacerbando los ánimos y haciendo que luchen hasta la muerte. También dice que fue este demonio quien torturó al célebre patriarca Job. Uno de los principales focos de culto a Guland se encuentra en el valle de Batzán, hogar de una raza maldita conocida como los Agotes, gentes que fueron malditas por el ángel Samael por sus muchos pecados, obligándoles a padecer la lepra desde que nacen; sin embargo, gracias a su culto a Guland, cuanto más les corroe la lepra más poder ganan, siendo capaces de obrar proezas.

Concluyes que el libro debe ser una especie de tratado de demonología. Pero no termina ahí. Según parece, los adoradores de Guland pronto caen enfermos, pero a cambio adquieren una longevidad sobrenatural. El libro se refiere a esto como la maldición de András; el sufrimiento se hace cada vez mayor pero la persona no puede morir, y sólo puede paliar su sufrimiento ofreciendo sacrificios humanos a Guland. La única forma de romper esta maldición es cavar una fosa en un camposanto y simular que se está enterrando a esa persona, metiendo en su lugar un crucifijo de plata. Para ello debe conocerse su nombre y pronunciarlo siete veces mientras se está cavando la fosa.

No hay nada más de interés en el libro.

Y ahora vete antes de que vuelva fray Diego.

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