II 49

De repente, sientes un intenso dolor en todo tu cuerpo, como si te estuvieran carcomiendo las entrañas. Dejas caer el arma y caes al suelo de rodillas, vomitando sangre y gusanos que se retuercen nerviosamente. El dolor es insoportable. Vuelves a vomitar y comienzas a desfallecer. Al mirar hacia arriba ves al agote descendiendo y posándose en el suelo, mientras en su rostro dibuja una sonrisa de satisfacción. La última imagen que ves en tu vida, mientras tus entrañas se siguen consumiendo, es la del agote mirándote con desprecio y la sombra de un enorme ser demoníaco tras él.