I 53

El peletero vuelve al taller tras unos instantes de ausencia, y descubres con horror que se está acercando al lugar donde permaneces escondido... te ha visto. Da un respingo e inmediatamente saca su cuchillo y comienza a amenazarte, al tiempo que grita:

– ¡Un ladrón! ¡Tengo un ladrón en el taller!

Enseguida acuden multitud de artesanos de los talleres cercanos al del peletero, todos armados con cuchillos y palos. Acorralado, apenas tienes espacio para defenderte, y en un abrir y cerrar de ojos los golpes y las cuchilladas se suceden por doquier. Sientes en tus carnes cada uno de los ataques de los enfurecidos artesanos, que se ensañan contigo hasta matarte.