I 39

El alguacil entorna los ojos y su voz se vuelve amenazante.

– ¿Me estás diciendo que soy tan tonto como para que unos bandidos hayan pasado por delante de mis narices sin que me haya dado cuenta?

Comienzas a discutir con el alguacil; le dices que no lo has tomado por tonto, pero que puede que los bandidos no sean lo que parecen. Su compañero se une a la discusión, y el tono de vuestras voces es cada vez más alto, hasta que el primer alguacil decide por fin no permitiros la entrada a menos que le entregues tu arma. Si te niegas, no podrás entrar en el pueblo y por tanto no avanzarás en tu aventura.

Si aceptas dejar tu arma a los alguaciles, demostrándoles que no representas ninguna amenaza, pasa al 20.