I 111

Mateo se desploma sobre el suelo, vencido por sus heridas, pero sobre todo por su profunda pena. Intentas animarle, pero es totalmente inútil. Se limita a darte las gracias amargamente por tu ayuda. Con un semblante muy sombrío y deprimido, toma en brazos el cuerpo de Alis y lo lleva a la sinagoga para pedir que le concedan un entierro judío. Te sientes culpable de no haber llegado a tiempo para evitar la muerte de esa pobre muchacha, por lo que decides permanecer todo este tiempo junto a Mateo. Tras el entierro, Mateo coge su flauta e interpreta una triste melodía frente a la tumba de Alis. Después desaparece entre las estrechas calles de la judería.

No puedes hacer nada por él. De hecho, intentas tranquilizarte pensando que has hecho lo que has podido. Te diriges hacia la puerta de la muralla para salir del pueblo y olvidar este asunto.

Ahora puedes continuar tu viaje.