II 6

¿En serio? ¿La jarra? ¿Y cómo piensas utilizarla? No tiene nada en su interior, o al menos eso parece. Coges la jarra y la pones boca abajo, sacudiéndola para asegurarte de que está vacía. Y no lo estaba. De ella sale una enorme araña que cae sobre tu pie y te muerde inoculándote su veneno. Al instante, te quedas paralizado y dejas caer la antorcha, cuya llama se consume por completo. Permaneces en el suelo durante un buen rato. Mientras estás sumido en la oscuridad, oyes ciertos gruñidos que no sabes exactamente de dónde provienen. Los gruñidos se suceden y se multiplican, y cada vez son más fuertes. Parece como si esos gruñidos fueran una especie de lenguaje. Entonces, en medio de los gruñidos, oyes una fuerte respiración. Notas varias presencias cercanas a ti. Comienzas a oír unas exhortaciones demoníacas provenientes de voces humanas. Notas cómo te levantan y te ponen encima del altar. Te meten el trapo en la boca y te obligan a beber una gran cantidad de agua, haciendo que uno de los extremos del trapo llegue hasta tu estómago. Al rato, sientes como si te estuvieran ardiendo las entrañas: alguien ha dado un tirón del trapo causándote serias lesiones en el esófago. Esa era la utilidad del trapo y la jarra. Repiten esta operación una y otra vez, y no deseas otra cosa que morir cuanto antes. Sumido en la agonía del dolor, notas ahora una presencia oscura y maligna en la iglesia. Notas entonces dos enormes y poderosas manos, en tu cabeza y en tus pies. Ambas tiran hasta que te arrancan el torso y lo separan del resto de tu cuerpo, poniendo fin a tu sufrimiento.